Monday, March 14, 2011

Esos locos bajitos


Nunca me paré a pensar qué es lo que significa para mí Japón hasta que la tragedia lo ha golpeado de forma brutal y despiadada. Suele pasar a menudo, demasiado a menudo, que cuando estás a punto de perder algo que amas, es cuando realmente te das cuenta lo mucho que te importa.

Ahora mismo estoy escuchando a Joe Hisaishi con lágrimas en los ojos, con esa impotencia que siente alguien que está lejos de unas tierras que siempre ha querido visitar y con esa rabia de no poder ayudar ni consolar a una gente que está sufriendo tanto. Impotencia ante la fuerza destructora de la naturaleza, de una naturaleza que a veces es cruel, demasiado cruel. Sí, así es la vida. Hoy estás vivo y al día siguiente tu casa es arrastrada por unas olas gigantes y mueres o, lo que es peor, pierdes a todos tus seres queridos en un sólo instante. Y podemos decir: la humanidad es una plaga, se lo merece por el daño que le hemos hecho al planeta.

Pero siempre reciben los que menos se lo merecen.




Y os preguntaréis...¡Pero Xavi! ¿Por qué lloras y sientes una herida tan grande por un país que no es el tuyo y que, además, tiene una cultura y una forma de ser tan distintas?

La respuesta que muchos que me conocéis esperáis: porque desde hace muchos años me gusta, me encanta, el manga y el anime. Pues bueno, en parte tendríais razón: fue la primera toma de contacto que tuve con este país, sin duda alguna, pues es lo que exporta mejor este país, aparte de su robótica, maquinaria y videojuegos.

Ahora no es el momento de recordar ni comentar los mangas y animes que despertaron en mi las ganas y la pasión por conocer este fascinante país. No tengo ganas, simplemente, y considero que ahora mismo esto no tiene cabida. Lo cierto es que, a través de ellos, empecé a interesarme en películas hechas allí, en estudiar sus tradiciones, sus historias, sus costumbres, etc. Y, sin enterarme, ya se había convertido en uno de mis países favoritos.

Cuando uno piensa en Japón y en los japoneses y nunca se ha preocupado en conocer más que su aspecto exterior, siempre piensa más o menos lo mismo: son unos seres raritos sin expresión en la cara, silenciosos, que andan alelados, a toda prisa por la calle, y que no paran de trabajar como hormigas y que, cuando hacen huelga, trabajan el doble. ¡Sin olvidarnos de las ya míticas cámaras de fotos cuando viajan al extranjero! Y si ya la persona tiene algo más de "cultura", sabrá que es tierra de samuráis, de kamikazes, de geishas, de harakiri, de Godzilla, de robots y de metros atiborrados de gente y de pervertidos que meten mano a las colegialas. Y de gente que pide perdón constantemente bajando la cabeza.




¿Pero qué hay detrás de todo ese cúmulo de tópicos y de fachadas?

Empecemos por el amor: Aunque no lo parezca, los japoneses tienen sentimientos, y muy profundos, lo que pasa es que, culturalmente, encuentran más apropiado esconderlos y hacerlos menos evidentes a la vista. Una sola mirada, un simple gesto, la forma de pronunciar un nombre o una palabra, bastan para que la otra persona sepa los sentimientos del otro y los atesore de una forma más calmada, más bella y tierna. Por ejemplo, una pareja japonesa tardará mucho más que una pareja europea en darse la mano por la calle o en darse el primer beso pero, no porque no quieran o porque no tengan el deseo de hacerlo, simplemente quieren dejar que aquello florezca lentamente.




Otra cosa que me sorprende muchísimo de los japoneses es el espíritu grupal y de convivencia que tienen. En cada barrio, en cada calle, todos se ayudan mutuamente unos a otros. Es muy típico que, cuando llega un vecino de otra ciudad o de otro barrio, le hagan una fiesta todos los vecinos y le traigan regalos y le inviten a te, a modo de bienvenida. Así, los lazos entre los habitantes se fortalece. También es impactante la gran educación que muestran ante cualquier circunstancia. Siempre preferirán el diálogo y el entendimiento a la fuerza, y nunca te dirán que no a nada. ¿Falta de honestidad y de iniciativa? ¡En absoluto! Lo que busca un japonés es que no se rompa la armonía del grupo con respuestas que puedan llevar a la ira o la rabia y, así, romper los lazos que les unen para realizar mejor sus labores, pues ellos son conscientes que se necesitan los unos a los otros.




En general, y siempre obviando a Yakuzas y a esa gentuza, los japoneses se caracterizan por ser personas muy sencillas, de muy buen corazón, hospitalarias y tímidas. No le pidas a un japonés lo imposible: empezar a hablar como si nada con un desconocido. No. Allí las palabras tienen mucho más valor que aquí y las tratan con muchísimo más cuidado. También son bastante reacios a aceptar entre los suyos a los Gaijin (extranjeros) a pesar de ser muy abiertos respecto a adquirir influencias de ellos. ¿Por qué? Muy sencillo.
Los gaijin, por regla general, somos toscos, desordenados, maleducados y gritones (sí, un sueco al lado de un japonés es gritón y desordenado). Su cultura y su forma de ser se basa precisamente en lo contrario a esos conceptos. Así que hay que darles tiempo y pensar que, cuando vamos allí, esa es su cultura y que nosotros debemos adaptarnos a ella, no ellos a nosotros.




Una cultura de la belleza, las cosas pequeñas y adorables. En Japón se le da muchísima importancia al color de las estaciones, a un paseo por el océano o por el templo en un bosque, a los aromas, al sabor de la comida y a todos los sentidos en general. Es una sociedad de los sentidos (El imperio de los sentidos). Es una cultura muy arraigada a su pasado que enseña a sus niños y niñas canciones tradicionales, juegos antiguos de toda índole y, sobre todas las cosas, a respetar a los mayores. Incluso ese amor hacia sus tradiciones y a sus costumbres se puede observar en sus videojuegos, en su tecnología, en sus cómics y en sus libros.
El término "kawaii", que en una imprecisa traducción significaría "adorable", se usa muchísimo en Japón, incluso por bregados hombres de negocios (no, no es cosa solamente de mujeres y niños). La sola visión de algo que despierta nuestro sentido de "querer estrujar algo entre nuestros brazos" (normalmente algo pequeñito) es algo "kawaii". Va más allá de adorable. Es algo que aquí no tiene una traducción exacta y, la verdad, a mi me encanta.




Un pueblo lento para hacer amistades, pero una vez consigues una, la tendrás para siempre y se desvivirá por ti y nunca te abandonará. El solo hecho de compartir una comida, una puesta de Sol o unos fuegos artificiales con ese amigo, aunque apenas hablen la mitad de lo que lo hacemos nosotros, se convertirá en algo muy especial, que cruza la frontera de las palabras. Uno dirá: "Qué bonito, eh?" Y el otro: "Seeeehhh..." -----silencio----- . El silencio hace que la unión entre esas dos personas que ven o disfrutan un espectáculo juntos se haga más fuerte, gracias a ese instante vivido juntos, un instante que permanecerá en los recuerdos de ambos, que podrán atesorar más tarde. Sí, los recuerdos, algo tan importante en todos los seres humanos pero, para el pueblo japonés, dotado de una magia muy especial, como si se tratara de una de esas pinturas de naturaleza que adornan los haikus y que tienen un fuerte sentimiento de melancolía calmada que te arranca una suave sonrisa.




Su amor a la naturaleza, a socializar bajo los cerezos en flor, a agruparse alrededor del templo para celebrar un Matsuri (festival) con todos vestidos al modo traditional y agrupándose bajo los árboles, bebiendo sake y comiendo sus pequeños platos con los palillos. Su sentido de la caballerosidad, su disciplina, y su enorme capacidad de dar nombre a la más pequeña e insignificante cosa que les rodea. Su humor (sí, tienen humor a pesar de las apariencias!) absurdo e hilarante que hace mofa de sus propias inseguridades y de sus propias debilidades.




¿Y qué me decís del legendario talento artístico japonés? Auténticos maestros del dibujo y de la animación, saben plasmar como nadie el gran abanico que nos hace humanos en ellos. Sí, esos cómics o animaciones que a mucha gente le sonará a tonterías para niños pequeños o a inmadurez. Es como si quisiéramos catalogar todo el cine americano solamente habiendo visto American Pie, o de catalogar toda la música del mundo habiendo escuchado a Justin Bieber. Su estilo de dibujo inconfundible y siempre en constante y lenta renovación, muestra todos los sentimientos de los personajes de una forma tan precisa y a la vez caricaturesca, que lo hace una bomba para los sentidos de los que lo leen o ven. ¿Y sus guiones? Algunos animes tienen un guión mucho más elaborado y emocionante que cualquier película que haya visto y siempre, casi siempre, respetando su cultura, sus virtudes y defectos como pueblo y sus costumbres. ¡Por supuesto que tienen cómics y animes malos! Pero si tuviera que hacer una lista de las genialidades que he visto y leído de esta gente, no acabaría nunca. Puro arte y belleza, y puro sentimiento. Sí, viniendo de esos seres pequeñitos y alelados que se pasean deprisa y en silencio por las calles.




¿Y sus películas? Quien se haya deleitado con directores como Takeshi Kitano entenderá lo que digo. ¿Y su música? Su rock tan fresco y original, con un toque que solo ellos saben dar. Sus bandas sonoras que ponen la piel de gallina, sus músicos famosos en todo el mundo por sus habilidades.




¿Y qué decir del honor que ya no se haya dicho antes? ¿Y de su larga historia? ¿Qué decir de su optimismo casi enfermizo? (sí, estamos hablando del país del suicidio) ¿Y qué decir de su afán de superación, de no cejar nunca en el intento de conseguir un sueño? ¿Qué decir de un pueblo que consiguió seguir adelante después de 2 bombas atómicas y de convertirse en la gran potencia que es ahora?

Podría seguir hablando durante horas sobre su cultura, sus costumbres, sus tradiciones, e incluso sobre sus leyendas y mitología. Pero para eso mismo he creado este blog, y el objetivo de esa primera entrada no es más que rendir homenaje a esos locos bajitos. Porque cuando uno se empeña en conocer qué hay detrás de una máscara, puede encontrarse con algo muy sorprendente y agradable, con algo precioso y apasionante.

Por eso, hoy seré yo quien les gritaré, con todas mis fuerzas, aunque esté lejos: Ganbatte ne, Nihon!!!!